La rajada de César, portero del Zaragoza

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Donde el Barça no llega, alcanzan los árbitros. Cabe hacer esa deducción después de ver cómo González Vázquez, inspirado por su asistente, le permitió ayer al equipo de Rijkaard meter un gol precedido de mano y tirar un penalti en otra que no existió. Con una ayudita de mis amigos... que cantaban los Beatles. Que el juego de los pies por antonomasia se decida por un par de manos parece poco edificante. El Zaragoza había hecho un primer tiempo remolón y un segundo muy apreciable, dirigido por Luccin y Oliveira, para levantar la ventaja del equipo de Rijkaard. Cuando el partido se dirigía hacia el empate, un asistente lo resolvió del lado del Barça, que se aproxima al Madrid con un triunfo que fue el equivalente de un adelantamiento por la derecha. Si los agarra Pere Navarro los funde...

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